Por la mañana, aparte de descansar más de lo habitual, lo cual no es muy difícil, nos fuimos a patear la ciudad (los hoteles). De sorpresa en sorpresa, por los hoteles y por la gente que los habita.
Tomamos una cerveza en uno de los múltiples establecimientos que hay en la ciudad y comimos en el buffet del Bellagio. Habíamos leido por ahí que era de los mejores de Las Vegas y, efectivamente, debía serlo. Es, probablemente, el que más variedad tiene de todos los que he estado en mi vida.
Tras comer nos disolvimos pacificamente. Vicente en busca de tiendas, Pascual de descanso, Martín de ver más hoteles y yo de patear más los conocidos.
Nos reagrupamos por la tarde y salimos a ver qué había en Las Vegas por la noche. Vimos el volcán del Mirage (no muy espectacular), el espectáculo de los piratas del Treasure Island (este sí, espectacular) por el despliegue de medios y de bailarines/as. Yo por la tarde había visto las fuentes del Bellagio (muy desmejoradas respecto al verano pasado).
En taxi fuimos a Freemont Street y eso sí espectacular. El Freemont Experience, el hecho de que hubiera tres (o cuatro) grupos de rock tocando a la vez en la misma calle. La infinidad de luces de los casinos y tiendas de souvenirs, la gente de todo tipo y condición desde lo sublime a lo patético. Algo único y visita imprescindible en Las Vegas.
Cenamos en un restaurante que simula ser un hospital. A la entrada te ponen una pulsera y una bata y luego te atienden camareras vestidas de enfermeras. El ambiente es divertido y las camareras hacen muy bien su trabajo que es atender a los clientes y hacer que te sientas a gusto. Al local, por supuesto, acceden hombres y mujeres. Cuando acabas la cena sin saber muy bien por qué aparece la enfermera que te ha tocado y te somete a un severo correctivo (a hombres y mujeres por igual), y los palos que te mete no son de "mentirijilla".
Seguimos paseando después por Freemont, tomamos algo mientras escuchábamos buena música en directo y, finalmente y en taxi volvimos al hotel.
Allí, en la habitación, nos corrimos la mayor de las juergas que hemos tenido en Las Vegas, haciendo y disfrutando la versión graciosa del blog del día.
Supongo que más adelante y con más tiempo pondré alguna foto para documentar este día pero no hoy...
Luis no ha comentado algún detalle importante del día: desayunamos café con leche y un croissant. Luego a media mañana nos tomamos una cerveza en plena street.
ResponderEliminarEl buffet en el Bellagio es manifiestamente mejorable: tres o cuatro cosas y, por supuesto, no había gazpacho. Es increíble que un hotel de cinco estrellas pueda tener este buffet.
La cena estuvo regular: las hamburguesas eran pequeñas, la carne regular y las camareras algo antipáticas.
El taxista que nos llevò a Freemont Street era de color y el taxi blanco. El ambiente en esta zona es bastante cutre y aburrido. Además es una zona poco iluminada y el techo de la calle es una horterada.
En definitiva, una auténtica desilusiòn. Yo pensaba que Las Vegas era otra cosa.
Y, por cierto, yo no he visto a ninguna de las chicas negras que comenta Luis en el blog...
ResponderEliminarla decadencia de occidente... 4 moteros se desvían de la ruta 66 para ver cuatro luces y ......!!!cogen un taxi!!!!
ResponderEliminar¿Dónde quedó el espíritu de la aventura?
Me gustaba mas la primera versión.....
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